Hace algún tiempo una muy buena amiga, madre de un caminante
y educadora de párvulos, me comentaba que los niños primero aprenden a destruir
para luego construir. Y no fue hasta hace un par de minutos que recordé que
durante mis años de estudio de arquitectura, en los momentos en que, por error
y debido a mi inexperiencia con los materiales a escala 1:1, destruyendo fue cuando
más aprendí de cómo se construye y lleva a la realidad un proyecto.
Recuerdo cuando ingenuamente, junto a 2 compañeros de
escuela, quisimos desmontar en la Ciudad Abierta cursando Taller de Obra en la
PUCV, un pilar de madera de 6 metros de altura y 50 x 50 cm de base de la
Hospedería Colgante o del taller de obras, con una cuerda atada en su
extremo más alto y nosotros 3 desde el suelo sosteniéndola y bajándolo poco a
poco. Afortunadamente la cuerda se cortó y el pilar cayó abruptamente partiéndose
por la mitad sin dañar a nadie. El momento en que le contamos a nuestro
profesor lo que había pasado, la
expresión de su rostro se transformó sin saber que decir ante tal acto de
irresponsabilidad y peligrosidad, lo que en su minuto pensé que era enojo por
haber roto el pilar, quedó de manifiesto cuando se mantuvo supervisando de
cerca nuestras ideas de como materializar esta labor, eramos unos simples
alumnos, experimentando en el peligroso mundo real.
Recuerdo también mi visita a la Iglesia de Dalcahue, la cual
tiene, o tenía hasta ese momento, la sacristía desnuda, sin el revestimiento
interior de sus muros, por lo que se podía apreciar la fineza de los detalles
constructivos chilotes, como se sostienen los grandes volúmenes evocando las
formas europeas, que responden a la piedra y a la fuerza de gravedad, con la
madera, cuya ley responde a una lógica constructiva absolutamente diferente, en
ese momento entendí la magia de las Iglesias chilotas y que su condición de
patrimonio, por si alguien tenía alguna duda, no es ningún regalo.
Si es así como aprendemos de adultos, me parece lógico
pensar que es de esa forma como aprendemos desde que somos de talla pequeña,
por lo que me parece lógico también que los bebes y niños tengan derecho a equivocarse, a romper un vaso
de vidrio, a botar agua sobre el piso, a mojarse las mangas cuando se lavan las
manos, a mancharse la ropa con tempera o barro y es por supuesto nuestro deber
el proporcionarles el espacio para hacerlo.
No es difícil guardar por algún tiempo ese jarrón de la
milenaria cultura china expuesto en el living, o ese plato de Penco que te
recuerda a la abuelita para cuidar algún objeto que tenga un valor especial y
darles la libertad de conocer y reconocer como mover su cuerpo, como funciona
la fuerza de gravedad, que cada material suena diferente y tiene también una
fragilidad, dureza o plasticidad propia, que hay elementos sólidos, líquidos y gaseosos.
Quiero aclarar que con esto no me refiero a criar niños sin
límites, que rompan todo lo que se les cruza por delante, me parece fundamental
relevar el respeto y cuidado por todos los seres vivos y las cosas, tengan el
valor que tengan, sean propias o ajenas, pero en la práctica aprender que el
vidrio es frágil solo se aprende al romperlo, que el agua escurre solo se
aprende cuando se ha derramado y la extensión de mi cuerpo la aprendo cabiendo
en una caja, bajo la mesa, estirándome para alcanzar cosas y también chocando
con ellas.
Y finalmente de alguna parte viene el dicho “echando a
perder se aprende”

Super de acuerdo! Entregar la libertad de experimentar además los hace tener cofianza en si mismos... porque saben que ellos son los que han descubierto el mundo y no se lo han entregado falsamente en bandeja.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo! Cuesta darles esa libertad porque se confunde falsamente con peligro o desorden. Pero hay que dársela. Gracias!
ResponderEliminarTan cierto... Ofrecerles ese espacio de equivocación, desorden (pq el orden es un concepto mas nuestro q de ellos), de destrucción... Para luego contruir y aprender... Me hace mucho sentido!! Gracias :)
ResponderEliminarQué excelente post!!!! Solo al ponernos en su lugar podemos entender el mundo maravilloso de los niños...
ResponderEliminarCada que vez que Ju crece en movimiento suena el barullo social "Los corrales son tan seguros y te dan ene libertad para hacer tus cosas". Solo pienso que yo la prefiero libre -aunque no entendamos mucho eso de ser libres- pero de eso también se trata mi libertad. Gracias Dani por tan lindo comienzo. Un abrazo!
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